jueves, 18 de junio de 2009

Banderas para salir a la calle


Banderas para la calle
Unir una nación, para movilizarla, a favor de una causa o de una idea, siempre será más sencillo, que pretender hacerlo en contra de alguien.
Hay que convocar al país a favor de la privatización de las empresas y tierras públicas, manejadas por el gobierno nacional, que estén produciendo pérdidas o que no generen una producción satisfactoria, y, por supuesto, detener la politización de nuevas empresas. Para lograr tener crecimiento económico, que le permita al gobierno disponer de recursos, para inyectar a los programas sociales, sobre todo a las pensiones y mercal.
Se han estado sacando dineros de esos programas para cubrir las perdidas de empresas manejadas por dirigentes políticos, y para expropiar otras, que fatalmente sufrirán un grave deterioro, a su capacidad productiva.
No se trata de reclamar una buena gerencia, las élites políticas no están llamadas a cumplir esa actividad, la experiencia a lo largo y ancho del planeta así lo confirman La consecuencia de esa practica es el despilfarro, la improductividad y con alta frecuencia el robos de los dineros públicos. Se tiene que movilizar al país a favor de la propiedad y la empresa privada, y la libre competencia. Enfrentando, de esta manera, la visión económica dominante en la quinta y la cuarta republica.
Por otra parte, debemos convocar la movilización a favor de la profundización de la democracia. Exigiendo la democratización de su soporte fundamental: los partidos políticos. Empezando por exigirle a los partidos políticos opositores que den el ejemplo, en su interior, de practica democráticas. Ya que el merito principal para ocupar lugares destacados en nuestros partidos, no son los talentos político, ni la capacidad para vincularse con los ciudadanos, sino la sumisión incondicional a las cúpulas dirigentes y la habilidad adulatoria a las mismas.
Debemos enfrentar a quienes dudan de los ciudadanos venezolanos para asumir en plenitud el protagonismo en el crecimiento económico y se niegan a limitar la función del liderazgo político, a la supervisión y estimulo de esta actividad. Debemos conquistar una nación, con una mayor participación ciudadana, en la toma de decisiones, con una efectiva división de poderes, donde los miembros del poder legislativo no puedan ser obligados a votar según las líneas impuestas por las cúpulas partidistas. Para ello los candidatos de los partidos deberán ser escogidos en elecciones primarias, y sustituir los tribunales disciplinarios por tribunales que velen por los derechos individuales de los militantes.
Pocos estarán dispuestos a tomar la calle, simplemente para que Chávez se vaya ¡ya!
Pero para parar el socialismo --que pone los medios de producción en manos del gobierno-- y para ampliar la democracia en Venezuela, estoy dispuesto a tomar la calle, enfrentar cualquier arremetida, y arriesgar mi propia vida. Raúl Zapata raulzapataa@hotmail.com 0414-815,1929 www.libertadosocialismo.blogspot.com

VIEJOS MENORES DE EDAD


LA MINORÍA DE EDAD



Para Enmanuel Kant la minoría de edad representa la renuncia, de la mayoría de las personas, a usar su propio entendimiento para sacar conclusiones, por estar dispuesto aceptar que otra u otras personas le impongan sus criterios. Tradicionalmente cierta jerarquía política, religiosa o intelectual a pretendido y asumido efectivamente la función de pensar de la generalidad, y estás por presión, temor o pereza a delegado en ellos una actividad que debería ser indelegable.

La libertad de cada individuo de usar sus propios criterios para sacar conclusiones, supone para un partido político, grupo religioso o académico la posibilidad de apelar a la capacidad de múltiples personas, reduciendo la posibilidad del error y sobre todo de elevar exponencialmente la capacidad creativa e innovadora del grupo.

Para Kant la mayoría de edad solo es posible por un proceso evolutivo a través de ciertas garantías que la posibiliten, porque las revoluciones sólo suelen significar la sustitución de cierta opresión interesada, que como la anterior, “servirán de andaderas para la mayor parte de las masas”.

En Iberoamérica de tan acostumbrados a obedecer, no estamos acostumbrados a pensar, siempre pareciéramos en busca de un líder que lo haga por nosotros, tememos equivocarnos, preferimos tener a quien culpar de los errores, no asumimos la responsabilidad de nuestras acciones porque ellas son el producto de un pensamiento tutelado, dudamos de nuestras capacidades, Chávez le impone a sus seguidores hasta los concejales de Santa Maria de Ipire, las cúpulas de los partidos de oposición hacen exactamente lo mismo del otro lado de la acera, sin que nadie proteste salvo honrosas excepciones, pero la mayoría asume con una pasividad preocupante las imposiciones de las cúpulas partidistas.

Los tutores de la oposición tratan de mostrarnos el riesgo y las amenazas de pretender andar solos, mostrándonos nuestros errores, para alejar cualquier intento ulterior de abandonar su tutelaje.

Normalmente son pocos los que tienen el valor de ascender a la mayoría de edad, “de hacer un uso público de la propia razón” porque por todas parte surgen voces que dicen –no razones ten fe- , --razona pero calla--, --calla, porque sino le haces el juego al adversario—por todos lados aparecen limitaciones a la libertad.

El propio Kant entendía que en ciertos momentos era menester comportarse de una manera pasiva y obedecer, para lograr cierta unanimidad artificial y lograr algunos fines, pero esto sólo sería aceptable después de un debate público y una decisión democráticamente tomada por la mayoría, durante un periodo de tiempo reducido y sin pretender prohibir que se hagan observaciones.

No se puede pretender que los dirigentes políticos se comporten como menores de edad, de hacer uso público de su propia razón, porque ello significa un absurdo, el liderazgo político tiene que estar necesariamente en manos de personas mayores de edad, que es lo que confiere para Kant, la categoría de persona ilustrada.

Un gobernante ilustrado conferirá entonces, la posibilidad a las masas de utilizar su propio entendimiento, sin pretender tutelarla, y nunca, por supuesto, presionarla, comprarla o amenazarla. Brindará a todos la libertad de contribuir con su propia inteligencia al engrandecimiento colectivo.

Es en mucho esa visión de Kant del individuo, lo que le ha permitido a Occidente, diferenciándose, encumbrarse sobre la cultura de Oriente, porque aquí el pensamiento de todos cuenta, y mientras más esa visión prevalece, más el éxito nacional, y representa un elemento clave en el éxito de las grandes potencias de este lado del mundo.

“Un gran presidente no es el que hace grandes cosas, sino el que permite que muchas, muchísimas personas, hagan grandes cosas por su país” Bill Cinto: expresidente de USA.

Raúl Zapata.
raulzapataa@hotmail.com

LA DEMOCRACIA ATENIENSE






Elogio y crítica a la democracia ateniense
Por
Tucídides (Citando a Pericles) & Jenofonte


Historia de la Guerra del Peloponeso, 37, 38, 40, 41. TUCÍDIDES37. Porque tenemos una constitución que nada envidia a los demás estados, y antes que meros plagiarios somos un ejemplo a imitar para los otros. La administración del Estado no está en manos de pocos, mas del pueblo, y por ello la democracia es su nombre. En los asuntos privados todos tienen ante la ley iguales garantías; y es el prestigioso particular de cada uno, no a su adscripción a una clase, sino su mérito personal, lo que le permite el acceso a las magistraturas; como tampoco la pobreza de nadie, si es capaz de prestar un servicio a la patria, ni su oscura condición social, son para él obstáculo. La libertad es nuestra pauta de gobierno en la vida pública, y en nuestras relaciones cotidianas no caben los recelos, ni nos es ofensivo que quieran vivir nuestros vecinos del modo que les plazca, sin que se dibuje en nuestro rostro aire alguno de reproche que, sin constituir un castigo, no deja de ser vejatorio.


DATOS AUTORES
Perfil/Aportación
Historiadores/HISTORIA
Y Además...
La educación en Esparta


TEXTO
OBRA ORIGINAL
Selección realizada de:Historia de la Guerra del Peloponeso / Hierón (s. V-IV ac)
RELEVANCIA
Inicio democracia en Atenas


Y mientras vivimos nuestra vida privada sin ser molestados por nadie, nos guardamos muy mucho, por el respeto que nos merecen, de transgredir las disposiciones del Estado, obedientes en todo momento a las autoridades y a las leyes, no sólo, y de un modo especial, las que han sido dictadas para protección de los que sufren ofensas, sino también aquellas que, sin estar escritas, comportan, con su transgresión, general menosprecio.38. Además para solaz de nuestras fatigas, hemos procurado innumerables esparcimientos al espíritu, con juegos y fiestas que se suceden a lo largo de todo al año, y con hermosas residencias privadas, cuyo disfrute cotidiano aleja todo signo de tristeza. Y la importancia de nuestra patria permite que entren en ella todos los productos de la tierra, suerte que gozamos de los frutos de los demás países con la misma naturalidad que de los que en nuestro suelo crecen.
40. Y, en efecto amamos la belleza con simplicidad y rendimos culto al espíritu sin caer en la enervación. La riqueza, antes nos sirve de oportunidad para obrar que como medio de jactancia en los labios; confesar su pobreza no es, entre nosotros, un baldón para nadie; lo es, y más, no poner todo empeño en evitarla. Nuestros ciudadanos sienten el mismo interés por sus asuntos propios y por la política; e incluso aquellos que atienden exclusivamente a sus negocios disponen de suficientes información acerca de los asuntos del Estado. Y es que somos el único país que considera al que no participa en la vida en común, no un ocioso, sino un inútil. Nosotros, personalmente, decidimos o discutimos con sumo cuidado los asuntos de Estado, en nuestra creencia de que las palabras no pueden ser obstáculo para la acción y que sí lo es no haberse informado cumplidamente previo el diálogo, antes de ir a la ejecución de un plan trazado. Y he aquí, también, a propósito, otro aspecto de nuestra superioridad: somos audaces, mas, al tiempo, analizamos a fondo los pros y contras de nuestras empresas; en los demás, la ignorancia genera audacia, el cálculo, indecisión. Y con justicia han de ser juzgados espíritus más fuertes los que, con una idea clara de los que son las penas y los goces de la vida, no por ello rehúyen los peligros. ¡Si hasta en la generosidad es nuestro talante distinto al de los otros! Que no es recibiendo favores, es haciéndose como nos ganamos los amigos.
41. Proclamo, en síntesis, que nuestra patria es, en todo, un ejemplo para Grecia.


Hierón. JENOFONTE
A los que se dedican allí a la gimnasia o practican la música, a ésos los han echado abajo el pueblo declarando estas cosas por no convenientes, y esto porque sabe que no está a su alcance el consagrarse a ellas. En cambio, por lo que toca a las coregías y gimnasiarquía y trierarquías, se dan cuenta de quienes desempeñan la coregía son los ricos, y quien se beneficia con ella, el pueblo; de quienes ejercen la gimnasiarquía y trierarquía son los ricos, y el pueblo lo que hace es recibir su importe. De manera que el pueblo no pide más que recibir dinero por cantar, correr, danzar o bogar en las naves, de manera que, lucrándose él, los ricos se empobrezcan. E igualmente en los tribunales no les interesa más lo justo que lo que a ellos les convenga.En cuanto a los aliados, y en cuanto al hecho de que, según parece, los atenienses se dedican a delatar en sus expediciones y odian a las gentes de calidad, como saben que es fatal que el que domina sea aborrecido por el dominado, y que, si llegaran a dominar en las ciudades los ricos y poderosos, la hegemonía del pueblo de Atenas sería de cortísima duración, por eso por lo que privan de sus derechos a los aristócratas y les arrebatan su dinero y los proscriben y los matan, favoreciendo, en cambio, a los plebeyos. Y los aristócratas atenienses defienden, por el contrario, a los aristócratas de las ciudades aliadas, porque comprenden que es bueno para ellos el defender siempre a los mejores de estas ciudades. Alguien podría decir que sería un refuerzo para los atenienses si los aliados estuviesen en condiciones de contribuir con dinero; pero a la gente baja le parece que es un mayor bien el que cada ateniense posea en particular los bienes de los aliados, y que éstos tengan estrictamente para vivir, y teniendo que trabajar, no pueden tramar conspiraciones. Y hay otra cosa en que parece que obra mal el pueblo de los atenienses, y es que obliga a los aliados a navegar hacia Atenas para resolver sus litigios. Pero ellos replican con todas las ventajas que resultan de esto al pueblo de los atenienses. Ante todo, el recibir ellos, durante todo el año, la espórtula procedente de las costas. Además, así administran las ciudades aliadas bien sentados en sus casas, sin viajes por mar, y con ello defienden a los del pueblo y arruinan en los tribunales a sus contrarios. En cambio, si cada cual ventilara sus litigios en su país, en su aversión hacia los atenienses condenarían a quienes de entre ellos fuesen adictos al pueblo de los atenienses. Y aparte de estas cosas, he aquí otra ventaja que le reporta al pueblo de los ateniense el que los pleitos de los aliados se vean en Atenas: en primer lugar, la centésima percibida para la ciudad en el Pireo se hace mayor; y encima, el ganar más si uno tiene hospedería; y además, si uno tiene una yunta o un esclavo, el percibir un alquiler; y también los heraldos salen gananciosos de las estancias de los aliados. Y aparte de esto, si los aliados no fueran allí para sus pleitos, no honrarían a ningún ateniense más que a los que les visitaran, es decir, a los estrategos, trierarcos y embajadores; y, en cambio, así cada uno de los aliados se ve obligado a suplicar en los tribunales y a alargar la mano a todo el que entra. Por eso los aliados se han convertido más bien en esclavos del pueblo de los atenienses.[...]Por lo que a mí toca, yo disculpo al pueblo en general que sea demócrata, porque merece indulgencia todo aquel que tiende a su propio bien; pero quien, no siendo del pueblo, ha preferido vivir en una ciudad democrática antes que una oligárquica, ése se dispone a delinquir y sabe que el que es malo pasa inadvertido en una ciudad democrática mejor que una oligárquica. De manera que, con respecto a la república de los atenienses, no alabo el sistema, pero, una vez que se decidieron a vivir democráticamente, me parece que conservan fielmente la democracia usando de los procedimientos que he mostrado.