La salida
Como pudo cometer ese acto, se había jurado así misma serle fiel a ese hombre, por algo más que rectitud moral, sentía que Dios la había premiado con el mejor hombre del mundo que ella podría tener, inteligente, culto, comprensivo, compasivo y el mejor amante que ella pudiera haber encontrado. Vivía en la certeza de que estaban hechos el uno para el otro.
... Y se había dejado seducir por un adolescente, había incumplido el juramento que se hizo, como forma de dar gracias a Dios; de rendir culto a su amor por Víctor y como una manera de frenar ese temperamento, ese fuego que ardía dentro de ella. Y que durante toda su infancia, juventud y madures la había hecho hacer tantas y tantas cosas que escandalizarían a la mayoría de las personas. Había decidido, antes de Víctor, asumirse tal como era, y vivirlo. Disfrutando lo que Dios o la naturaleza había hecho de ella, sin dañar a nadie, aun que ofendiera la sensibilidad de muchos, con algunas de sus libertades.
Durante estos años había logrado vencer su temperamento fogoso. Y todos los recursos utilizados por hombres de todo tipo; que habían intentado conquistarla.
Andaba siempre en una actitud, permanentemente, defensiva, ante cualquier situación que pudiera tentarla. Pero, hoy, se confió, abandono sus defensas, era, apenas, un niño, como podría vencerla.
Siempre se había sentido digna merecedora de ese amor que, sabía, sentía su marido por ella... Y ahora como lo vería a la cara, se aterro, no sabía mentir, podía ser cínica, descarada pero nunca mentirosa, no era esa una de sus habilidades.
Descanso de la tensión que la situación le había creado, comió algo ligero y lloro un poco Y pensó... pensó mucho, recordó como había conocido a Víctor. La primera vez que salieron juntos, como simplemente charlaron, como la impresiono la nobleza que surgía de aquel hombre, tenía la certeza de que era, lo que su madre llamaría “una buena persona”. Eso le había hecho sentir por él una ternura que pocas veces había sentido por otro hombre, y nuca con esa fuerza.
La enterneció. Después de mucho dar vueltas, de unos café, una piza, mucha charla, y de algunas cervezas; la llevo al apartamento tipo estudio que ocupaba en ese entonces. Confió que subiría al apartamento, deseo hacer el amor con ese joven, delicado y seguro de si mismo, con el cual había compartido gratas horas de conversación.
Pero la despidió en la puerta del edificio, la beso en la mano y luego en la frente.
No encontró que pensar, era un hombre apasionado, sus ademanes, su risa, su forma de sentarse y de vestir se lo decían.
Después del beso en la frente se retiro ligeramente sin dejar de sujetarla con ambos manos, por sus hombros. Mirándola a los ojos y sonriendo... de una manera que la molesto, casi como si dijera ---confórmate con esto... por esta noche. Quien se habrá creído, pensó, subió un tanto rabiosa, sin saber que creer.
Se tiro a su cama y viendo el techo, pensó en todo lo que habían conversado y en esa extraña conducta, en ese beso en la frente y en esa misteriosa sonrisa... que se habrá pensado, volvió a decirse.
Puso su mano sobre su vagina, se froto suavemente y pensó en él, toda esa experiencia la encendían... y ni un beso para recordar, y calmar su ansiedad un tanto angustiosa y llena de interrogantes... que se habrá pensado.
Sabía poner a los hombres en su lugar, dominar la situación con ellos. Pero con este, tuvo la certeza, no sería así.
Era un hombre apasionado. Pero sabía controlarse, se lo había demostrado esa tarde. Continúo frotándose suavemente, desesperadamente su empapada vagina imaginándose todo lo que haría con él cuando lo tuviera. Se cimbro, arqueándose, un tanto, sobre la cama... y tuvo uno, dos, tres orgasmos consecutivos. Masturbándose, pensado en su insolente figura y en esa sonrisa burlona y afectuosa a la vez.
Recordó la primera vez que se fundieron el uno en el otro, como pasaron todo la noche y parte de la mañana charlando y haciendo el amor... haciendo el amor y charlando. Como le costo dormirse y renunciar al placer de su compañía. Y como accedió suspender aquello, tan hermoso y placentero, sólo cuando él le pregunto si tenía sueño... y por algo de vergüenza con él, contesto ---si... y él la puso dormir, no sin antes volver a penetrarla de esa manera que la enamoro para siempre y definitivamente de Víctor.
Nunca volvieron a estar separados por mucho tiempo, ninguno de los dos eran de tener amigos, muy, íntimos, preferían compartir juntos los momentos de esparcimiento y ocio. Al menos así había sido durante todos estos años.
Esperando y temiendo el retorno de su marido fueron las 7 de la noche. Sonó el teléfono y pensó en Víctor. ---hola. Dijo ---hola Maria Elena... amor, cómo estas.
---Quien es, Respondió ella.
---Róger.
---Roger... y cómo es eso de Maria Elena... Sra. Maria Elena para ti... cómo diablos se te ocurre pensar que yo puedo ser tu amor... dime.
---Disculpe. Dijo el joven.
---¿Disculpe qué?.
---Sra. Maria Elena.
---Veo que nos estamos entendiendo, no se te ocurra sobre dimensionar lo que paso esta mañana.
---No Sra.... Maria Elena.
---Esto que paso voy a confesárselo a mi marido, rogándole a todos los santos me perdone tamaña estupidez. Y él Róger.. no se si lo sabes, puede tener, en algunas ocasiones, muy mal carácter... ¿sabes?, es uno de esos que no les gusta que le cojan la mujer... así que te recomiendo, de amiga de tu madre que soy, te andes con cuidado
---Si Sra. Maria Elena.
---Por cierto... querías algo Róger
---No Sra. Maria Elena nada
---Entonces chao Róger
---Chao.
Colgó el teléfono y sintió que alguien intentaba abrir la puerta. Era Víctor quien aparecía sonriente ante ella.
Paso cerrojo a la puerta al mismo tiempo que le decía efusivamente---Felicítame amor, logramos hacer el negocio. Le dijo. ---Nos vamos de vacaciones a Paris este año. La beso y la abrazo con fuerza, mientras se desplazaba con ella al dormitorio.
Víctor era un hombre poco expresivo en sus actividades cotidianas, sereno siempre, aun en las situaciones de mayor presión, difícil de penetrar sus pensamientos.
Pero en lo a que su mujer se refería solía ser muy expresivo, no ocultaba sus emociones, era como si con ella podía ser lo que era, con sus fortalezas y debilidades, sin sentimientos y deseos de los cuales avergonzarse, sin temor a que se descubrieran sus pensamientos.
La espontaneidad de ella, su franqueza, su transparencia, no dejaban nada a que temer, con ella podía tomarse la libertad de jugar... a ser un niño.
Se dejo caer junto con ella en la cama, el hecho de no haber podido hacerle el amor esa mañana y esa negociación exitosa, lo hicieron desearla con mayor urgencia.
---Qué te pasa. Exclamo Víctor ---tienes algo?.
---No nada. Respondió ella.
---Cómo que nada, ¿te sientes mal?.
---No, Víctor, no tengo nada.
---Por favor, algo tienes.
Maria Elena no podía sostenerle la mirada a su marido,
---Amor te preocupa algo, dime, anda ¿qué te pasa?. Le dijo con ternura Víctor.
A maría Elena se le agotaron las palabras y sus lágrimas empezaron a brotar.
Deseo saber mentir para poder ocultar eso que había pasado. Pero rechazo la idea, él no merecía eso de ella. Se había ganado su amor y su respeto en todos esos años... respetaba y admiraba a su marido.
Algunas veces al dormirse daba gracias a Dios por haberlo puesto en su camino y se preguntaba que había hecho para que la premiara con ese hombre.
---Por favor, vas a decirme que te pasa. Dijo con cierta firmeza, mientras de acostado pasaba a estar sentado sobre la cama, una mano apoyada en el colchón.
Ella lloro aun más fuerte, sintiéndose impotente, sin saber que decir.
---Víctor, estuve con otro hombre.
---¡Cómo!. Exclamo él, poniéndose de pies como un resorte.---que diablo pasa contigo. Exclamo, con fuerte y enérgica voz---qué paso te violaron. Repico Víctor
---No Víctor. Respondió ella.
---Entonces explícate, que diablos pasa aquí.
---No hay nada que explicar, me porte como una mierda.
---Porque, con quien. Dijo él.
---Nada Víctor, no vale la pena, me porte con una mierda contigo.
---Te acostaste con otro hombre y me dices que no vale la pena.
---Amor.
---No me digas amor... te lo ruego. Exclamo furioso Víctor.
---Disculpa Víctor, pero sabes que te amo, dijo fijándole la mirada.
El voltio para no verla. Pero de inmediato, giro y la miro con rabia ---que paso, quiero saber que paso y porque.... porque esta mañana no te cogí
---Por favor Víctor; me conoces, mejor que nadie y mejor que a nadie. Le contesto, recuperando cierta dignidad. ---y de eso de jactas, interiormente,
crees que no me doy cuenta, como te ríes cuando trato de ocultarte mi más mínimo pensamiento, cuando trato de ocultarme ante ti, inútilmente, crees que no se porque ríes de esa manera, con ese aire de superioridad.
---A que viene todo eso. Respondió él.
---Esta bien Víctor, pero ni lo que hice te da derecho a dudar de que te amo, Sabes quien soy y como soy, para que sirvo y para que no. Tus amigos debieron comentarte la forma de vida que llevaba antes de casarme contigo y así y todo me lo pediste. Sabes que te he sido fiel todos estos años, y sabes las tentaciones que he tenido que vencer para hacerlo; pero lo he hecho Víctor, te he cumplido.
---Hasta hoy. Exclamo él-
---Si víctor, respondió ella con aplomo y total dignidad ---hasta hoy.... y tu Víctor me has sido fiel, siempre, en todos estos años.
---Si, coño, te he sido fiel durante todos estos años; he dejado que la gente crea otra cosa, he hecho que crean otra cosa. Pero te he sido fiel; no quise ofenderte.
Ella le creyó, lo sospecho todos estos años y ahora tuvo la certeza total de que su marido le era fiel.
Lo intuía. Y se había atrevido a cometer la tontería de retarlo, esperanzada en descubrirlo en una falla; detrás de la cual escudarse. Y exclamo, con un intento de acercársele. ---Víctor.
Pero él retrocedió y ella se detuvo.
---Eso, sólo, demuestra que eres mejor que yo, nada más. Dijo ella
---Porque lo hiciste? Insistió él.
---Vamos Víctor, tampoco te hagas el inocente, sabes como pasan esas cosas y sobre todo sabes como soy yo; si hubiera pensado, si lo hubiera esperado, nunca hubiera pasado; me deje arrastra por un torbellino de erotismo; y discúlpame si te ofendo con eso, pero me conoces.
--Eres... No quiso terminar la frase
---Dilo Víctor... una puta... pero tu puta, una puta especial, que no te cobra, que se esmera en servirte y en complacerte; y es cierto te exige la complazcas; cosa que haces, hasta donde he podido notar, sin mucho sacrificio; es más, creo que hasta con jactancia. Y, pareciera, con algo de placer... desmiénteme si me equivoco.
---Bueno, y entonces como es la cosa, quien fue el que puso la cagada aquí... permíteme recordarte que el día de hoy yo estuve trabajando, ocupándome de esta casa, de ti Maria Elena.
---Es cierto, Víctor y se te agradece, le repico ella ---como yo me ocupo de ti; ---mira Víctor, sabes como soy y sabiéndolo te casaste conmigo y yo conociéndome y conociéndote me case contigo... vamos Víctor el hecho de haberte sido fiel todos estos años fue un acto heroico de mi parte y eso bien lo sabes, apoyada bien es cierto en ti, en que eres; no el mejor amante del mundo, que no creo exista esa tontería; pero si el mejor amante que Maria Elena Bauza Gomes pudo haber encontrado en este mundo...digo la verdad o no Víctor.
Víctor guardo silencio, amaba a esa mujer, desde que la conoció. Y si, sabia como era, le encantaba y excitaba su pasión, el fuego de su mujer.
Le encantaba pasearse por el dormitorio, fingiendo buscar ropa para salir a trabajar, con su pene ligeramente erecto. Y mirarla de reojo. Como empezaba a ponerse ansiosa, aun después de tantos años de casados. Le divertía, ver su ansiedad, como no podía quitar la vista, por más que lo intentaba, de su miembro. Buscaba aumentar su erección mientras fingía buscar ropa interior, calcetines o cualquier otra prenda.
La veía, sentirse avergonzada, por sentir ese deseo a su edad, queriéndole pedir que se quedara unos minutos más, que le hiciera el amor antes de irse a trabajar, pero sintiéndose apenada por ese pensamiento.
La veía debatirse entre su deseo de mujer y sus deberes de esposa. Y luego, verla jugar su juego, verla recostarse en la cama en una pose sugestiva, buscando que él se diera cuenta que en esa oportunidad, como muchas otras, no llevaba ropa interior. Esa manera que tenia de moverse, ese deseo creciente que se le descubría en el rostro, en sus movimientos; lo excitaban, a él, aun más.
---Levántate, le dijo en alguna oportunidad, ya con el calzoncillo puesto, un beso antes de irme.
Empezó a besarla, mientras acariciaba sus pompi, mientras colocaba, flexionando su cuerpo ligeramente, su miembro al nivel de su vagina por encima de su calzoncillo y del vestido de casa que usaba en esa oportunidad, le subió la falda desde atrás, hasta conseguir acariciar directamente sus nalgas.
La dejo y le dio espalda, ---tengo que irme amor, es tarde.
---Amor. Dijo ella, en ese entonces con voz suplicante.
---Dime amor. Respondió él, sin mirarla, adivinando su deseo y ansiedad.
---Amor otro beso, ¿si?
---Bueno amor, sólo unos minutos, tengo que irme.
Retorno a besarla, pero ahora buscó sus senos bajo el vestido, un tanto holgado, y comenzó a besarlos, notando sus pezones erectos. Levanto su vestido por delante y empezó a acariciar su vagina como había descubierto, hacia mucho, la enloquecía, penetrando con su dedo y frotando suavemente su clítoris con la palma de la mano. Sentía toda su mano empapada. Mientras otras mujeres, de su edad, iban el medico porque no lubricaban, la suya iba porque el exceso de lubricación podía resultarle incomoda. El medico le había dicho un poco en broma ---tendrá que dejar de tener malos pensamientos. Y ella le había respondido, le refirió, ---hay doctor, eso lo dice UD. porque que no conoce a mi marido, esta buenísimo.
Víctor había continuando acariciándola, como sin intención de ir más allá, comentando de a momentos ---es tarde.
Esperando a ver qué hacía. Eso le divertía y halagaba, ver como era capaz de enloquecerla, de desesperarla, después de tanto tiempo.
---Amor, anda, si? Suplico ella quedamente, balbuceando.
---Pero es tarde mi amor, Respondió él sin parar el movimiento de su mano en su vagina, ni de besar sus senos.
---Ella lo arrastro a la cama. Procurando no alterar lo que su esposo hacia, se termino de subir el vestido en la parte inferior y de bajarlo en la superior., coincidiendo todo en su cintura Y se fue acostando, arrastrándolo, con sumo cuidado para que no dejara de hacer lo que, tan bien, venia haciendo.
Él bajo su calzoncillo, sin terminar de quitárselo, retiro su mano y busco poner su miembro a la entrada de su vagina, la beso en la boca. Con su miembro acaricio el entorno de la vagina de su mujer completamente empapada, penetrándola, apenas. Sólo un poco, para volver a retirarlo y volver acariciar, suavemente, con su pene, de nuevo, el entorno de su vagina.
---Por favor, por favor Víctor, anda. Suplicaba desesperadamente excitada Maria Elena. A punto de la desesperación.
...Y entonces y sólo entonces Víctor la penetro, con fuerza. Y Maria Elena grito, se contorsiono sobre la cama y casi automáticamente tuvo uno, dos y tres orgasmos.
Y entonces Víctor se entrego plena y totalmente a su propio placer, exploto en un intenso orgasmo, que le hizo gritar, toser, jadear y contorsionarse. Mientras se entregaba a el disfrute total de ese instante.... y le susurraba, ---gracias amor, eres la mejor amante del mundo. Y en broma... ---me vas a matar
Recordó como era su mujer, los riesgos que ese carácter suponía para ella y para él. Los placeres que ese carácter la habían hecho disfrutar.
Supo que no quería saber más, no tenia sentido, amaba a esa mujer y eso, lo que pasó y ella tuvo el valor de confesarle, no iba hacerlo cambiar..
Mucho había hecho la pobre siéndole fiel todos estos años. Siendo como era.
Toda una heroína, sonrió, no la cambiaría ni por veinte de esas esposas desabridas, sosas. Carentes de la más mínima dosis de erotismo, siempre con dolor de cabeza, haciendo el amor como una obligación. Definitivamente prefería lidiar con ella. Cada quien es como es, penso, y debe procurar vivir de la mejor manera ese Ser.
---Pídeme perdón. Le dijo Víctor.
---Como quieres que lo haga. Respondió ella ---tu sólo dime, cómo quieres, de que manera... estoy dispuesta a todo, seré tu esclava, un simple objeto de placer sexual para ti... por el día de hoy, dispuesta a las mayores humillaciones que quieras someterme. Sonriendo, mientras decía todo esto, con cierta picardía ---para, así, pagar mi penitencia.
Dr. José Pantoja